Nacido el 4 de julio de Oliver Stone: Antimilitarismo disidente

La obra cinematográfica de Oliver Stone plantea, desde sus inicios, una crítica frontal a los mitos fundacionales de Estados Unidos. En Nacido el 4 de julio (1989), basada en la autobiografía de Ron Kovic, Stone no se limita a reconstruir los horrores de la guerra de Vietnam, sino que desmonta —con precisión y crudeza— los dispositivos ideológicos que normalizan el sacrificio, la obediencia y la violencia en nombre de la nación. La película no se inscribe únicamente en el género bélico, sino que forma parte de una tradición crítica que interpela al militarismo como estructura de poder y como tecnología de producción subjetiva. Esta película hace parte de la trilogía sobre Vietnam dirigida por Oliver Stone, junto con Platoon (1986) y Cielo y tierra (1993), basada en su experiencia como veterano de combate durante esta guerra en el sudeste asiático.
Kovic, interpretado por Tom Cruise, es presentado como el ciudadano ejemplar: blanco, católico, formado en una familia de clase media patriótica, convencido del deber moral de servir a su país. En lugar de dramatizar una ruptura abrupta con el relato nacionalista, la película muestra una continuidad: la guerra no aparece como excepción, sino como consecuencia lógica de una pedagogía patriótica que comienza en la infancia. La educación, la religión, los medios de comunicación y el deporte escolar no son tratados como escenarios neutrales, sino como espacios de reproducción del ideal bélico que sostiene la idea de nación.

La parálisis de Kovic —física, afectiva y existencial— no es solo resultado del enfrentamiento en el campo de batalla, sino de la descomposición de un marco de sentido. El cuerpo herido que regresa a casa se convierte en emblema de una doble traición: la del Estado que lo abandona y la de una sociedad que ya no quiere ver el precio de su poder militar. Stone evita el melodrama. Lo que se impone es la crudeza del abandono, el deterioro institucional de los hospitales para veteranos, la hostilidad social y el largo proceso de reconstrucción política del protagonista. Kovic pasará de la obediencia al desacato, de la fe patriótica al activismo radical, pero no como un simple acto de redención, sino como forma de reapropiación del lenguaje y de su cuerpo que ha sido víctima de esa guerra lejana.
Desde una perspectiva analítica, la película permite pensar la producción del sujeto militarizado no solo como función del aparato estatal, sino como resultado de un entramado cultural más amplio. En este sentido, dialoga con ciertos enfoques críticos que han examinado cómo el militarismo no se reduce a la acción bélica, sino que se proyecta sobre las instituciones civiles, moldeando valores, afectos y conductas. Nacido el 4 de julio no denuncia únicamente una guerra; denuncia un modo de formar ciudadanos para la guerra.
Estrenada en el contexto de la presidencia de George H. W. Bush, en plena operación de limpieza simbólica del trauma de Vietnam, la película constituye un gesto de contramemoria. Frente a los relatos restauradores del honor militar promovidos en la era Reagan —y reforzados por producciones como Top Gun o Rambo III—, Stone construye una narrativa desde la fractura. Su propuesta no es heroica ni reconciliatoria, sino incómoda. Invita a mirar de frente el costo humano de las decisiones políticas y a preguntarse por las estructuras culturales que las sostienen.
![Veteranos ante el sistema judicial. Autor: Aggie Whelan [Kenny]. 1973. Fuente: Library of Congress (045.00.00) LC-DIG-ppmsca-51109 © Aggie Kenny](/_next/image?url=https%3A%2F%2Fmagcondo-files.nyc3.digitaloceanspaces.com%2F1751640392955dj0045-enlarge.jpg&w=2048&q=75)
Más de tres décadas después, Nacido el 4 de julio mantiene su vigencia. No solo porque es una de las obras cumbres tanto de Oliver Stone como de Tom Cruise, sino, sobre todo, porque en un contexto internacional donde el gasto en defensa aumenta, los discursos militarizados se intensifican y las fronteras entre lo civil y lo militar se difuminan —aunque ya no haya tantos ciudadanos dispuestos a sacrificarse en nombre de estos valores—, la película recuerda que la exaltación del uniforme y el silencio del disidente no son síntomas de fortaleza, sino señales de fragilidad democrática. El antimilitarismo que atraviesa la película no es abstracto: es vivido, encarnado y profundamente político.